DOS MUERTOS Y UN HERIDO


Seguimos con las crónicas policiales de entonces, esta tiene mucha pimienta y una increíble descripción del cronista...


Nos repugna relatar hechos de sangre. Porque unos acusan depravación de sentimientos, cuando no instintos de fiera, y otras modalidades de una vida de incultura impropia de nuestros tiempos y que anhelaríamos desapareciera por siempre.

La nota roja de la semana nos obliga, sin embargo, porque el público exige información de todo; aun en los sucesos más espeluznantes. Hagamos, pues, la crónica, pero sucinta, sin novelería ni lujo de detalles: el derramamiento de sangre no debe servir de base para elucubraciones literarias que resultarían de mal gusto.

El lunes 9 del corriente, por la mañana temprano, la policía tuvo conocimiento de que en calle Ocampo, entre Laprida y Alvear, en medio de la calzada, había un hombre muerto.

Acudió y bien pronto pudo identificar el cadáver, Carlos Camussi, argentino, de 27 años de edad, soltero. Se llamó para el reconocimiento de ley y certificar la muerte al doctor Enrique A. Beltrán, por hallarse ausente el médico de policía doctor Francesio.
Llegó el facultativo después de la nueve, y comprobó que Camussi había muerto a consecuencia de un golpe asestado con mano fuerte e instrumento de compacta consistencia, que le había fracturado la base del cráneo. El deceso debió ser rápido y había de haberse producido entre las once y doce de la noche anterior.

Sin duda que se trata de un homicidio, quizás de un asesinato alevoso, pero nada ha logrado establecer la policía acerca del autor o autores del delito, ni de las circunstancias que lo hayan determinado.

Del cadáver de Camussi hiciéronse cargo sus parientes, quienes le dieron sepultura en el cementerio local. Y el jueves, por orden del Juez, fue exhumado y le practicó la autopsia el doctor Francesio, que ya estaba aquí de regreso.

El otro hecho sangriento a que hacemos referencia se desarrolló en Villa Eloísa el domingo 8 de abril del actual, en la chacra de Cipriano Mataloni.

Bonifacio Tule y Raimundo Astudillo, que allí trabajaban, hallándose ebrios llegaron a discutir acaloradamente. De las palabras pasaron a los hechos. Armado el primero de un puñal y el segundo de un cuchillo, pelearon con ensañamiento.

Tule resultó herido levemente en la cabeza y con un puntazo por debajo de la tetilla izquierda. Astudillo recibió una profunda puñalada en el vientre, por cuya abertura salieron los intestinos. Los dos fueron traídos el lunes al Hospital, donde el doctor Beltrán operó a Astudillo, pero inútilmente, el infeliz falleció el martes y el jueves también por orden judicial, el médico de policía hizo la autopsia del cadáver.


El Eco de Iriondo, 15 de mayo de 1921 

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